jueves, 24 de abril de 2014

Un acto intrusivo


El piropo es y ha sido siempre un acto intrusivo de un sujeto (masculino) sobre otra (femenino). No importa la explicación o justificación “cultural” que se pretenda. En cualquier caso es una persona que se considera con derecho a emitir un juicio respecto de otra que, claramente, no fue solicitado por ésta. El piropo aparece asociado a la condición sexual de la mujer. Los elogios académicos no son calificados como piropo. El piropo se le dice a una mujer en su condición de tal y con una dirección muy clara. De las distintas “funciones” que el estereotipo femenino adjudica a la mujer, no todas son pasibles de piropo. Nadie diría que es un buen piropo decir “qué bien lavás los platos” o “qué atenta estás a las necesidades de tus hijos”. El piropo se dirige a otros rumbos. Las expresiones más groseras de apetencia sexual son vividas por el “piropeador” como un elogio, y en su expresión descarnada pone en evidencia la intencionalidad que subyace en el que pretende ser elogioso. Uno debe preguntarse qué derecho tiene un desconocido a opinar o a expresar sus intenciones a quien no se lo ha pedido ni le interesa. Sin embargo, se minimiza este acto de poder que en realidad refuerza la idea de que las mujeres están allí para satisfacción del varón. Que el varón tiene derecho a calificar, clasificar y poner en su lugar a cada mujer. Que la opinión del varón siempre es importante. Siempre me pareció curioso que cuando se le hace una observación a algún piropeador, reacciona como agraviado, señalando que “trató de elogiar” a la “dama”, que tuvo una intención positiva frente a ella, que casi debió ser agradecida. Sin embargo, si la “dama” estaba acompañada, los varones interpretan el “elogio” como un agravio al acompañante (propietario) de la mujer. Defender el piropo es hacerse el distraído respecto de la realidad que todos conocemos e hipócritamente callamos. ¿Nadie advierte que los varones adultos “piropean” incluso a niñas escolares de manera impúdica?

* Juez del Tribunal Oral Nº 7 porteño.

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