sábado, 27 de diciembre de 2014

Buceaba cuando ocurrió el tsunami de 2004 y se salvó


A 10 años del devastador tsunami ocurrido en Tailandia, una de las historias de supervivencia más sorprendentes es la de Karina Dubeux, una médica brasileña que salvó su vida por encontrarse justo en una excursión de buceo cuando todo sucedió. Karina Dubeux había ido de vacaciones con su marido a Tailandia. Estaban bajo el agua cuando llegó la ola más grande. Se salvaron de milagro. Karina en ese entonces tenía 41 años y estaba junto a su marido, también médico, de vacaciones en  Phi Phi, un pequeño archipiélago del sur tailandés. Ambos practicaban buceo desde hace años y se habían dirigido ahí para disfrutar del colorido fondo del mar de esas playas paradisíacas. Pero aquel domingo, 26 de diciembre de 2004, la pareja estaba molesta porque el barco en el que iban a realizar la expedición de buceo se demoró media hora en zarpar. Sin embargo, esa demora les salvó la vida.

El barco, con otros dos turistas, tres guías y una fotógrafa finlandesa los llevó hasta Koh Bida Nok, la primera parada de la excursión. Allí bucearon por poco más de media hora a 23,5 metros de profundidad. Cuando volvía, Dubeux hizo una parada a cinco metros de la superficie, un procedimiento de rutina para evitar el síndrome de descompensación. Entonces tuvo la primera señal de que algo anormal ocurría. "Empecé a rodar junto a mi marido y el guía de buceo. Golpeaba contra ellos como si fuese una batidora, un remolino. Golpeaba contra las piedras", contó Dubeux a BBC Mundo. Al llegar a la superficie, la brasileña notó una corriente fuerte de agua, pero nadó con cierta dificultad hasta el barco. Cuando todos estaban de vuelta a bordo, pasó otro barco con dos tailandeses que gritaban a la distancia. Uno de ellos decía que su propio barco acababa de ser destruido por una gran ola y que siete turistas que trasladaba cayeron al mar. El hombre fue rescatado por el otro navegante, pero los turistas desaparecieron en el mismo lugar donde Dubeux iba a hacer su siguiente escala de buceo. "Si no hubiera habido esa media hora de atraso (al salir) estaríamos en esa playa y nos habría pasado lo mismo que a los turistas, que murieron", reflexionó.

Poco después recibieron un alerta por radio sobre una gran ola que había roto un muelle del hotel. Como el barco no podía atracar en el muelle del hotel, Dubeux y el resto de los buceadores tuvieron que nadar 150 metros para llegar a la costa y el mar estaba revuelto. Caminaron por una senda que los condujo al hotel. El lugar, según cuenta, tenía cierta protección geográfica que evitó daños mayores, pero ella recuerda que algunos destrozos eran llamativos: la recepción había sido invadida por un barco arrastrado por la ola y estaba ahí encallado, "como si fuera a hacer el check in". Sin embargo, no había heridos a la vista. "Nadie hablaba de tsunami todavía. Estaba todo el mundo quieto y asustado", relata.

Dubeux y su marido fueron a su bungalow a tomar un baño y cambiarse de ropa. De pronto pasó un empleado del hotel en un carro de golf gritando en inglés: "¡Otra ola grande!" Los dos brasileños se dirigieron de prisa al restaurante del hotel, que estaba en el punto más alto de la isla. Fue allí donde encontraron varios heridos, algunos tirados en el suelo. Fueron a buscar su equipo de primeros auxilios y comenzaron a prestar asistencia como podían, incluso suturando cortes. Luego llegaron más heridos del otro lado de la isla, donde habían muerto cientos de personas. Unos tenían excoriaciones, otros politraumatismos, otros hematomas. "Lo que más había era gente en estado de depresión. Personas que perdieron seres queridos, que no tuvieron la misma suerte", relata. "Fui más bien psiquiatra, conversé mucho con ellos", agrega. Dubeux consiguió regresar a Brasil días después de la tragedia, pero volvió a Tailandia cuatro años más tarde. Entonces completó el circuito de buceo interrumpido abruptamente aquel día. También publicó en Brasil un libro sobre aquella experiencia: "Salvados por un buceo". Una década después, asegura que aquel tsunami "fue un divisor de aguas muy fuerte" para ella. "Cambié mucho, incluso en mi profesión; me volví alguien más disponible", reflexiona. "Más que nunca creo que la vida es un regalo".

Fuente: BBC

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