martes, 27 de agosto de 2013

La hora de los hackers

WikiLeaks. Assange, Manning y Snowden desnudan los secretos del poder  en un nuevo terreno de batalla informativa. 
Por Horacio Bilbao

Este artículo habla de hechos concretos del pasado, pero remite a uno de los desafíos político-comunicacionales que nos interpelarán en los próximos años. La fecha, el 28 de noviembre de 2010, no es casual, ese día WikiLeaks difundió la que sería la mayor filtración de cables diplomáticos secretos y confidenciales de la historia. Lo hizo de manera simultánea con los diarios El País, Le Monde, Der Spiegel, The Guardian y The New York Times, pero todas las miradas recayeron sobre Julian Assange, el fundador del sitio. WikiLeaks animaba desde su fundación, en 2006, una versión siglo XXI de la vieja guerra comunicacional. Ahora se podía batallar con mucho menos poder, desde la trinchera ciberpunk, desde el mundo hacker. Pero los riesgos no eran menos terribles. Assange, al igual que Chelsea Manning y Edward Snowden, están encerrados. No los acusan de usar armas químicas, pero los tres son perseguidos. Contra Assange recae una dudosa denuncia por violación; Manning, soldado y analista de inteligencia del ejército de los Estados Unidos fue condenado a una pena de 35 años de prisión por filtrar muchos de los documentos que publicó WikiLeaks, y Snowden, un ex empleado de la CIA y de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, juega a las escondidas contra el mayor vigilante del mundo tras haber publicado documentos que desnudaban el programa de vigilancia PRISMA del cual Obama todavía no sabe qué decir. “Nos enfrentamos contra el poder del viejo orden, contra su capacidad de silenciar a la gente”, dice Assange, refugiado desde diciembre de 2010 en la Embajada de Ecuador. Es una pelea contra los poderosos del mundo. Y en esta pelea, los medios son actores de reparto. ¿Y las grandes compañías de Internet? Gracias a Snowden hemos visto cómo los pulpos de la Web facilitan la vigilancia masiva de las redes y teléfonos de los usuarios. Ya lo sabíamos. “Internet está vigilada pero no controlada”, sostiene el sociólogo Manuel Castells. Allí, resiste la esperanza. Assange, que asesoró a Snowden, dijo que “con el intento del gobierno de Obama de aplastar a estos jóvenes informantes con acusaciones de espionaje, está destruyendo a una generación”. Habla de un grupo de chicos que comparten sus ideas y descubrimientos con los demás. Activismo tecnológico contra los estados despóticos, los sistemas informáticos privados y la inercia timorata de los medios. Demasiados frentes para una batalla que recién empieza.

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